Esta no es la canción de los Beatles sino la primera comunicación efectuada por John H. Glenn nada más entrar en órbita el 20 de febrero de 1962, hoy hace 50 años exactos.
Glenn da el visto bueno al nombre de su nave. Los emblemas de misión todavía no existían. Imagen NASA
Diez meses después del vuelo del soviético Yuri Gagarin, los EE.UU. colocaban a su primer hombre en órbita a bordo de su cápsula Mercury 6 o “Friendship 7” -Amistad 7-, propulsada por un ICBM Atlas reconvertido para el programa espacial.
Anteriormente le precedieron en vuelos Mercury, Alan B. Shepard y Virgil “Gus” Grissom pero en simples vuelos suborbitales parabólicos a bordo de cohetes Redstone menos potentes.
Nave Mercury. Imagen Wikipedia
El vuelo de Glenn, de sólo tres órbitas, fue una nimiedad comparado con los dos Vostok que los soviéticos ya habían realizado, pero supuso sin embargo un gran espaldarazo al orgullo estadounidense, demostrando que ellos también tenían la tecnología para salir al espacio, y que se hallaban en el buen camino para la recién trazada carrera hacia la Luna.
Glenn durante sus 4 horas y 55 minutos de vuelo tuvo que lidiar con sus problemillas. Problemas de orientación de su nave en modo automático, exceso de calor en su traje, aparición de "luciérnagas" “fireflies” en el exterior de su nave (que resultaron ser trozos de hielo desprendidos de la cápsula) o el mas grave, la señal en su panel que indicaba que su escudo térmico se había desprendido de sus enganches. Ello motivó que no se deshiciera del -retropack- (propulsores para la desinserción orbital) que unido con tirantes a la nave podría sujetar al "defectuoso" escudo térmico. "That's a real fireball outside”,-hay una auténtica bola de fuego ahí afuera- radió Glenn nada más iniciar el descenso...
El retropack es visible a la izquierda. Imagen Wikipedia
Tras el silencio radio de la reentrada, para alivio de todos, se volvió a oir la voz de Glenn diciendo que la nave estaba en buena forma, -"everything was in good shape”-. Todo había resultado ser un sensor defectuoso, el escudo térmico estaba bien sujeto y cumplió su función a la perfección. Tras desplegar su paracaídas acabó amerizando en el Océano Atlántico cerca del destructor Noa que recuperó juntos a cápsula y astronauta.
En el siguiente vídeo podemos ver un repaso del vuelo a través de las palabras del propio Glenn, y de su reserva (y mejor amigo del grupo) M. Scott Carpenter, al que particularmente he visto muy envejecido. Hay que recordar que ambos son los dos únicos astronautas vivos de la primera selección de 1959. También hablan el Senador y astronauta Bill Nelson (STS 61-C) o el astronauta retirado Steve Lindsey que voló con él y con Pedro Duque al espacio muchos años después.
Pero esa es una historia para otro día.
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