Imagina que eres el dueño de una empresa y para vender tu primera aspiradora has de elegir de entre tus siete vendedores, a uno solo de ellos. O que fueras entrenador de fútbol y tuvieras que elegir para la final de la Copa a uno sólo entre varios guardametas que tienes. O que fueras votante y tuvieras que elegir un Presidente de Gobierno entre los varios que se te ofertan.... ¿A quién elegirías?
Bueno, el último ejemplo lo descartamos porque en este país yo no creo que se le hayan dado los mandos de la nave al más capaz. Pero en cualquiera de los otros ejemplos siempre contestarías: "Al mejor", "Al más capaz", "Al de mejor curriculum", "Al de mayor experiencia", "Al que más cobra"... siempre al más o al mejor ¿no es así?
Hoy se celebran 50 años del lanzamiento de la última nave Mercury estadounidense. Era el sexto, y último vuelo tripulado de ese proyecto. Desde el primer vuelo la NASA había escogido para cada uno de ellos al que creía su mejor astronauta disponible en ese momento, pero los vuelos habían ido creciendo en complejidad uno tras otro. Y aquí tenemos al último astronauta disponible sin volar... en la misión Mercury más compleja y audaz.
No estoy tachando de incapaz a Leroy Gordon Cooper, sólo que... es el que fueron dejando de lado asignación tras asignación.
El 15 de Mayo de 1963, Cooper se dirige desde el camión de transporte a su cápsula. Imagen NASA
Sin embargo, su vuelo iba a ser el más ambicioso de todos, e incluso el más complejo. Si el anterior habia durado 6 revoluciones a la Tierra, este iba a durar 22, con lo cual Cooper iba a permanecer en el espacio, por el lado americano, más tiempo que todos los anteriores sumados; y además iba a estar aderezado con once experimentos, entre los cuales estaba el despliegue de un pequeño satélite de 4'5 kgs. Todo esto hizo que socarronamente Cooper eligiera para su nave el nombre de Faith-7, como si hubiera que "tener Fé" para que el vuelo saliera como estaba previsto.
Despegue de la misión Faith-7. Imagen NASA
El vuelo se inició con normalidad. Tom Wolfe en su libro "The right Stuff" incluso comenta que Cooper se echó una siestecita una vez instalado dentro de la cápsula, en las horas previas al despegue. Sin embargo hacia el final del vuelo, a partir de la órbita 19, los problemas con los sistemas de gobierno de su nave fueron apareciendo. Sin duda alguna se estaba llevando al límite la capacidad de la nave Mercury: la presión de Oxígeno en cabina disminuía, el nivel de CO2 en el traje aumentaba, fallaban indicadores, se produjo un cortocircuito, las lecturas de posición de la nave fallaron... lo que llevó a un cansado piloto a tener que hacer la primera reentrada manual de la joven historia de la astronaútica tripulada.
La reentrada fue perfecta y cercana al barco de recuperación USS Kearsage y el vuelo fue definido por todos como un éxito, con una conclusión clara: el Proyecto Mercury había llegado a su final. No podía ir más allá y había que dar paso al Proyecto Gemini.
La cápsula con Cooper en el interior es colocada sobre la cubierta del barco. Imagen NASA
Después Cooper es ayudado a salir de su "exhausta" nave. Imagen NASA
El último de los pilotos había respondido con un vuelo soberbio. Había vendido la aspiradora más cara... y mejor que nadie.
Para saber más:
- Web conmemorativa de la NASA de los 50 años de Faith-7
- Web del KSC sobre la misión Faith-7
- Flickr de Mr. Dan Beaumont con fotos espaciales de la época.
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