Mirando hacia atrás hasta el martes, ingresamos en la Dragón y descargamos toda la carga urgente, principalmente todo lo que necesita estar en almacenaje frío. Y luego al miércoles, cuando, como puedes haber oído, tuvimos algo de emoción aquí a bordo y en los centros de control de todo el mundo cuando la alarma de fuga de amoniaco se disparó.
Acababa de terminar una videoconferencia mensual con gestión de la ESA y yo estaba a punto de iniciar una revisión del procedimiento de instalación para el experimento Airway Monitoring en el portátil en mi camarote, cuando todos los altavoces a lo largo de la estación empezaron a transmitir el único tono que seguro llama la atención inmediata de todos: el tono de emergencia.
Salí de mi camarote y miré al mamparo de popa del Lab, el Panel de precaución y alerta mas cercano en el que pude poner mis ojos, y allí estaba, la tercera luz de la izquierda iluminada de rojo: incluso sin leer la etiqueta, se que la tercera luz es la temida fuga de amoniaco. No es que yo acaricio la idea de tener un incendio o una despresurización (los otros dos escenarios que pueden disparar una alarma de emergencia), pero el amoníaco, según me han dicho, te puede matar muy rápido. No pude distinguir ningún olor a amoníaco en la cabina, pero sin duda no husmeé mucho: inmediatamente cogí una máscara de oxígeno, me la puse y me dirigí hacia el segmento ruso junto con Terry, Butch y Sasha. Elena y Anton estaban en el segmento ruso ya en ese momento.
Después de asegurarse que nadie se quede atrás, cerramos la escotilla aislando el segmento ruso del segmento estadounidense de la Estación y empezamos a preparar el equipo de medición de amoníaco y los respiradores de amoniaco. Antes de ir más lejos, si estás interesado en algun repaso (como por qué existe el peligro de una fuga de amoniaco, o por qué el segmento ruso es un refugio seguro o cómo la es la respuesta amoniaco), puedes echar un vistazo a mis diarios de a bordo de entrenamiento L-140 y L-142
Volviendo a nuestra historia ... unos pocos minutos después de que el tono se apagara, Houston llamó y lo declararon una falsa alarma, por lo que pusimos en suspenso la respuesta de emergencia y volvimos al segmento estadounidense, encontrándolo por supuesto inusualmente tranquilo, ya que la auto-respuesta del vehículo había apagado todos los numerosos ventiladores de la Estación.
¿Por qué una falsa alarma? Bueno, mirando la telemetría de la estación, los controladores de vuelo no pudieron encontrar al principio ninguna señal confirmando que efectivamente hubiera una fuga de amoniaco y todo apuntaba por contra a un fallo en las computadoras. Pero eso fue sólo el comienzo de un largo día para todo el mundo ...
Mientras estábamos empezando a volver a almacenar el equipo de emergencia y volviendo a la normalidad, recibimos la llamada inesperada del CAPCOM: "fuga de amoníaco. Ejecutar la respuesta de emergencia. Fuga de amoniaco, ejecutar la respuesta de emergencia. Fuga de amoniaco, ejecutar la respuesta de emergencia".
Como supimos más tarde, Houston había empezado a ver mientras algunas señales en la telemetría que podrían posiblemente indicar una fuga real de amoníaco en la cabina, en particular un ligero aumento en la presión de la cabina: por lo menos, una fuga real no podría ser descartada ya en ese punto.
Así que nos ponemos las máscaras y nos refugiamos en el segmento ruso de nuevo. Incluso más que la primera vez, creo que el pensamiento que cruzó la mente de todos mientras cerrabamos la escotilla era: es posible que nunca volvamos a abrirlo de nuevo.
Pasamos al procedimiento completo de respuesta al amoniaco y, después de cambiar las máscaras de oxígeno por los respiradores con filtros de amoníaco, pudimos confirmar con tubos Draeger que la atmósfera en el segmento ruso no estaba contaminada, y por lo tanto, segura para respirar.
Nos quitamos los respiradores y, eventualmente, nos reunimos todos en el módulo de servicio ruso, ansiosos de escuchar las palabras de Houston sobre la supuesta fuga. Aprendimos que para mitigar la posible fuga, la bomba en el circuito de refrigeración externo -B- había sido cerrado y que la presión del circuito había sido reducida, pero nos sentimos aliviados de oir que el amoniaco no había sido expulsado desde el circuito al espacio: un escenario posible en una situación como esta, pero también una acción que paralizaría la Estación Espacial durante mucho tiempo.
Tras el cierre del circuito, un reloj térmico había comenzado para un montón de equipos de a bordo: si no se paraba dentro de un cierto tiempo, se sobrecalentaría. Así que los centros de control en varios países estaban ocupados tratando de hacer un apagado que tuviera el menor impacto posible sobre los sistemas de la estación y la ciencia.
Creo que te llevas el punto: los centros de control tenían el trabajo duro a partir de ahora. Estábamos seguros, haciéndolo bien y con muy poca tarea, excepto esperar. Sabiendo que estresante momento estaban teniendo los chicos y chicas en Tierra, tratamos de guardar silencio y sin pedir nunca ninguna actualización, esperando pacientemente a que ellos nos llamaran, que por supuesto lo hicieron periódicamente.
En cada actualización parecía cada vez más claro que todo apuntaba a una falsa alarma, pero no estábamos seguros que se nos permitiera dejar el segmento ruso antes del día siguiente.
En todo este tiempo, nuestros colegas rusos fueron increíblemente hospitalarios. Incluso nos dieron tres contenedores de alimentos que pudimos usar para nosotros, así que no nos sentiríamos mal por rebuscar en sus envases o estar pidiendo todo el tiempo. Cuando la energía se restableció a las tomas de corriente pude hacer una rápida llamada a mi familia para hacerles saber que estaba bien. Y Elena me presto su ordenador con acceso a Internet, por lo que podría escribir un breve tweet y asegurarme que todo el mundo sabía que estábamos haciéndolo bien.
No sabíamos qué información estaban dando los medios de comunicación y nos inquietaba que la gente podría estar preocupada por nosotros.
Eventualmente, a última hora de la tarde, recibimos instrucciones para reabrir la escotilla y volver. Para estar realmente seguros, todos nos pusimos los respiradores de amoniaco. Houston nos indicó enviar a dos personas por delante para tomar muestras del ambiente primero y Butch (-el Comandante de la Estación- N.d.T.) decidió que él y Terry, como los ocupantes de los asientos derechos de las Soyuz (-ingenieros de vuelo número 2, y por tanto con menos responsabilidades ante un hipotético regreso a Tierra en ellas- N.d.T.), irían. Después de unos pocos minutos volvieron a llamar declarando que las lecturas fueron negativas y tuvimos la confirmación definitiva: ¡no había habido ninguna fuga de amoniaco!
Después de un día de espera, estábamos listos para la acción: rápidamente reunimos todo el equipo de emergencia utilizado, volviendo a almacenar lo que se reusaría y tirando a la basura lo que necesitaba ser desechado. Etiquetamos con Houston las máscaras de oxígeno: cuántas habíamos usado y la mejor manera de volver a recolocar las máscaras restantes en la estación para asegurar que estábamos listos para responder a cualquier otra emergencia. Y realizamos un par de acciones que no podrían realizarse de forma remota por Tierra para asegurar equipo tras los apagones.
Por último, nos preparamos para la hora de dormir: ya que la ventilación no había sido restaurada en el Nodo 2, Columbus y el JEM, no podíamos dormir en nuestros camarotes y tuvimos que acampar en los módulos de popa. Establecí mi lugar de acampada en el Laboratorio: acampar en ingravidez es muy fácil, sólo sujetas tu saco de dormir a un pasamanos y ¡ya estás listo para una buena noche de sueño!
Al día siguiente, estábamos listos para pasar de nuevo al ocupado programa de ciencias de las próximas semanas, gracias a la rápida labor de re-planificación realizada en Tierra.
Por cierto, tan desafortunado como fue este suceso, en muchos sentidos tuvimos suerte: la Dragón fue totalmente atracada, todos los artículos urgentes de almacenaje en frío habían sido retirados, ninguno de nosotros estaba trabajando en un experimento que sufriera daños si se retrasaba o dejara desatendido.
Ese habría sido el caso, por ejemplo para el experimento "T-Cell" de la ESA, que llevé a cabo el martes: de tener la alarma de amoniaco en ese día, habríamos perdido la ciencia. Así que, al final, tuvimos suerte: debe ser porque, en la Expedición 42, ¡siempre sabemos donde está nuestra toalla!
- Este relato (publicado originalmente en inglés) es parte de una larga serie de artículos escritos por Samantha Cristoforetti, astronauta italiana de la ESA, actualmente en el espacio desde su despegue a bordo de la Soyuz TMA-15M el 23 de noviembre de 2014.
En este blog podrás encontrar su diario en español desde su primer día en el espacio. Todas las fotos pertenecen al perfil de Samantha en Google+ salvo que se indique lo contrario. Puedes leer aquí la introducción que hice a este Diario de a bordo. - Entradas anteriores sobre su preparación al vuelo fueron traducidas al español por @intervidia.
- El diario de a bordo se traduce también al italiano en el sitio AstronautiNEWS, y al francés en el sitio Cap sur l'espace
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