La Ventilación fue restablecida por la mañana, lo que significa que la acampada había terminado y podríamos volver a nuestros camarotes, pero la refrigeración en el nodo 2 se basa en el circuito B, por lo que iban a estar un poco más calientes durante un par de noches (creo que no me importaba eso para nada).
Tampoco tuvimos refrigeración en el Nodo 3, donde tenemos nuestra cinta T2, así que hicimos nuestro entrenamiento cardiovascular diario en el laboratorio en la CEVIS, nuestra bici espacial. Los otros módulos se habían refrigerado porque había sido posible cambiarlos a "circuito único", lo que implica la conexión de los dos circuitos de refrigeración internos y han expulsado su carga combinada de calor a través del circuito externo A, el único sin afectación por los acontecimientos del día anterior.
Debido a la situación del circuito B, no teníamos todos los canales de energía disponibles, causando algunas limitaciones, pero nada dramático: en (-los módulos- N.d.T.) JEM y COLUMBUS, por ejemplo, sólo teníamos la mitad de las luces encendidas y uno de los dos paneles de comunicaciones disponible. Nada que impidiera coger el ritmo de nuevo a las actividades científicas y poco después de nuestra conferencia de planificación de la mañana con Tierra, Butch, Terry y yo estuvimos comenzando con nuestros respectivos experimentos y ¡la Estación Espacial fue un laboratorio muy atareado otra vez!
Yo había sido encargada de activar el Laboratorio de Mosca de la Fruta. Sí, la Dragon trajo un poco de compañía viva en forma de un centenar de moscas de la fruta o, para ser formales, Drosophila Melanogaster. En realidad, a estas alturas es probable que tengamos más: el objetivo es observar varias generaciones y la corta duración de la vida de moscas de la fruta hace que sea posible. Y puesto que compartimos con esos diminutos compañeros cerca de 77% de los genes conocidos que están implicados en la enfermedad, ¡son un modelo animal muy interesante!
Las moscas llegaron en cassettes, que puedes ver en las fotos. Como yo los saqué uno por uno de los recortes de espuma en sus cajas de transferencia, fue bueno ver que estaban vivas y sanas: por lo que yo pude decir, ¡eran astro-moscas muy felices en el espacio!
Cada cassette con moscas estaba asociada a una plataforma especial de intercambio de comida, con la que pude introducir comida fresca sin romper la contención, mientras extraía simultaneamente larvas para su preservación en nuestro congelador MELFI. Después del intercambio de comida, inserté cada cassette en una ubicación específica en una de las instalaciones NanoRack: como se hace comúnmente en experimentos de ciencias de la vida, la mitad del cassette fue almacenado en una centrifugadora para simular la gravedad normal de la Tierra, mientras que la otra mitad fue almacenada en una ubicación estática, por lo tanto, en condiciones de ingravidez.
Además, cada cassette fue emparejado con una pequeña cámara que monitoriza el comportamiento de las moscas y proporciona un ciclo día/noche artificial.
Fue un trabajo muy gratificante, ¡esperando que llegue el próximo ciclo de alimentación!
- Este relato (publicado originalmente en inglés) es parte de una larga serie de artículos escritos por Samantha Cristoforetti, astronauta italiana de la ESA, actualmente en el espacio desde su despegue a bordo de la Soyuz TMA-15M el 23 de noviembre de 2014.
En este blog podrás encontrar su diario en español desde su primer día en el espacio. Todas las fotos pertenecen al perfil de Samantha en Google+ salvo que se indique lo contrario. Puedes leer aquí la introducción que hice a este Diario de a bordo. - Entradas anteriores sobre su preparación al vuelo fueron traducidas al español por @intervidia.
- El diario de a bordo se traduce también al italiano en el sitio AstronautiNEWS, y al francés en el sitio Cap sur l'espace
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